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G E N E R A C I Ó N ( S )     M E R C U R E

Durante mi primera estancia en las Islas Feroe, pude observar algunos problemas sociales y medioambientales bastante inusuales en este territorio de apenas cincuenta mil habitantes. Estas islas aisladas entre Islandia y Noruega son la cuna de una población en plena mutación.


Tristemente famosa por su tradición cinegética: el Grindadráp de calderones negros "globicephala melas", me di cuenta de que además de esta práctica (cuyos primeros vestigios datan del siglo XVI) todavía justificada pero por el contrario condenada a desaparecer es una de las bases de la Historia de este territorio. Los habitantes de las Islas Feroe han dependido de esta carne durante siglos y con el tiempo esta caza se ha convertido en una tradición sinónimo de supervivencia. En este territorio extremo, en invierno y con escasas fuentes de alimentos, los feroeses se abastecían durante el periodo estival con carne de calderón, delfín, cordero y pescado, que todavía hoy fermentan la mayor parte del tiempo para conservarla durante más tiempo. Lamentablemente, las controversias de países extranjeros han empañado aún más su reputación tras la caza de un grupo de 1.428 delfines de lados blancos (una especie que normalmente se captura en raras ocasiones) en 2021, lo que convirtió a esta Grind en la mayor cacería de delfines de la historia mundial.


En torno a este tema surge una cuestión alimentaria y ecológica: esta carne de calderón es causa de varios problemas que afectan en distinto grado a la población de este archipiélago. De hecho, está contaminado con mercurio (Hg), un metal pesado muy tóxico que también se encuentra frecuentemente en la naturaleza pero en niveles de concentración muy bajos. La contaminación de esta carne proviene principalmente de actividades humanas a través de la extracción de oro utilizando mercurio como separador o en diversas industrias. En la cima de la cadena alimentaria, este mamífero de casi media tonelada, el calderón tropical, se alimenta inevitablemente de peces ya muy poco contaminados, se convierte entonces en una esponja de mercurio y los 1.100 calderones marinos muertos de media cada año (0,17% y 0,22% de la población en el Atlántico Norte) son suficientes para poner en peligro a la población local.


Este hallazgo y este vínculo con esta carne fue demostrado por la generación de niños 1986-87 con la investigación de Pál Weihe, un científico feroés que lleva 35 años siguiendo y comprobando a través de la sangre y el cabello de los habitantes la concentración de mercurio en su organismo. Hoy en día, sigue a más de 3.000 personas en las Islas Feroe (el 6% de la población de la isla). A través de sus investigaciones llegó a la conclusión de que esta carne no es (o ya no es porque no sabemos desde cuándo lo es) beneficiosa para el ser humano y sobre todo que es muy peligrosa para las mujeres embarazadas y los niños. Puede provocar malformaciones tanto del corazón como del sistema nervioso.


Sociológicamente, se está creando una división entre la tradición profundamente arraigada y la conciencia en la población. De hecho, sus investigaciones y conclusiones fueron mal recibidas en su momento. Sin embargo, ya se ha generado conciencia y las mujeres embarazadas ya no lo consumen, y por ende los niños tampoco. La nueva generación está creciendo con poca cantidad de esta carne y la idea de cazarla les parece lejana. Sin embargo, paralelamente y paradójicamente, está surgiendo un nuevo movimiento en esta joven generación que considera que comer carne local que ha vivido en libertad es éticamente mejor que carne importada en barco y contaminada con antibióticos. Por un lado, los feroeses ya no dependen de esta carne para su supervivencia, pero por otro sigue anclada en las costumbres de todos. Hoy en día, un “compromiso” de una a dos comidas al mes permitiría que el cuerpo no se viera tan afectado como para desarrollar enfermedades subyacentes.

NOTA :
El objetivo de esta asignatura es informar al público de forma neutral sobre los aspectos científicos, biológicos y sociales de esta caza que nos parece, con la información que recibimos, brutal, violenta y que pone en peligro de extinción a las especies cazadas. Desgraciadamente, todavía quedan muchas cosas por aclarar. Por un lado, los feroeses no son transparentes sobre sus prácticas de caza a pesar de sus avances, pero por otro lado, los activistas no dudan en mostrar solo el lado violento, a menudo con desinformación que llega a nuestros medios de comunicación. Establecer un retrato de esta práctica parece esencial, debatirla y cuestionar nuestra percepción así como nuestros hábitos alimentarios parece relevante en el período que atravesamos.

Desde 2019 - Islas Faroe

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